Un criminólogo, a día de hoy, puede reconstruir un asesinato con un riesgo de equivocación cada vez menor; un alumno puede consultar sus calificaciones desde cualquier punto cada vez con mayor rapidez; un médico puede dirigir una importante operación a cada vez más kilómetros de distancia; un delincuente puede falsificar billetes con cada vez mayor precisión; un pederasta puede aumentar cada vez más su número de victimas… Bienvenidos a la era de la tecnología. ¿Qué nuevas experiencias le esperan a un trabajador cualquiera de Telefónica en su nueva planta de trabajo? Les hablo del Distrito C – el Distrito de la Comunicación – también conocido como Ciudad de la luz; para mí, el lugar donde el número de bits seguramente supera el número de átomos de oxigeno.
La empresa Telefónica afirmaba en 2006: << la tecnología es vista como una herramienta capaz de facilitar la nueva forma de trabajar en estos espacios habilitados en Distrito C >>. De aquí se deduce que estamos ante un importante caso de tecnología aplicada a el mundo laboral. Pero… ¿qué fue antes, el huevo o la gallina?; es decir, ¿tras la aparición de nuevas necesidades laborales se han aplicado (o ampliado la aplicación de) nuevas tecnologías o, por el contrario, tras la aplicación de un cada vez más avanzado sistema tecnológico han variado o se han visto modificadas las formas de trabajo? Lo que sabemos con seguridad es que miles de personas han sido trasladadas – desde 2007 – a esta gran plataforma situada en Las Tablas (Madrid norte) con el fin de favorecer la comunicabilidad entre el personal de la empresa. Lo curioso es que todo lo que se puede hacer desde el Distrito C lo puede hacer también cada trabajador desde su casa, por lo tanto, en edificios dispersos por la ciudad los trabajadores podrían estar igualmente comunicados. ¿Se intenta favorecer entonces la comunicación personal o “cara a cara”? Parece difícil este tipo de comunicación entre los 14.000 ‘habitantes’ que pretende acoger esta Ciudad o Distrito. Lo que si favorece el trato personal son los nuevos «puestos avanzados», mesas de trabajo dispuestas de tal modo que no queden aisladas del resto («entornos abiertos»); además, se han habilitado zonas para trabajos en grupo. El cada vez más modernizado sistema de reuniones por telepresencia también juega un papel importante en esto de hacer de Telefónica una empresa con buena comunicación interna.
Los viejos empleados de Telefónica se han visto obligados a trabajar de una nueva forma, aunque a veces esto dependa del cargo que ocupen. Se ha fomentado la movilidad, acabando así con los típicos despachos/sitios de trabajo llenos de papeles y carpetas (pues ya son más que prescindibles). Estos se han convertido en puestos variables o rotatorios que podrán pasar por distintos empleados según la función que cada uno deba desempeñar en esos momentos. La mayoría de los trabajadores disponen de un ordenador portátil para poder satisfacer dicho objetivo; tan solo unos pocos, obligados por su función, tendrán un puesto fijo con una pantalla también fija. La necesidad de espacio es por lo tanto menor con las nuevas tecnologías, pero no debemos olvidar que, por la influencia de las mismas, está naciendo una “nueva cultura del trabajo”. La creación de puestos de teletrabajo (trabajo desde casa) ha fomentado también la desaparición de mesas de trabajo fijas, así, los teletrabajadores están también ahorrando espacio (suelen hacerlo dos o tres días a la semana). Mi pregunta es, ¿serán las nuevas tecnologías capaces de crear otras nuevas culturas de trabajo en otros ámbitos laborales distintos al de oficina? ¿Se imaginan cajeras a distancia? Lo cierto es que la compra online existe, y que, por ahora, siempre hay alguien detrás del típico enlace “echar al carrito”.
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